El alfabeto cirílico es un sistema de escritura alfabético inventado en Preslav, la capital del Primer Imperio búlgaro, en el siglo x por Kliment Ohridski (Clemente de Ocrida), uno de los pupilos de los hermanos Cirilo y Metodio.

San Clemente de Ocrida (c. 840-916), fue un erudito y escritor medieval, el primer arzobispo de Bulgaria​ y uno de los siete apóstoles de Bulgaria.

Es un alfabeto muy difundido en Europa del Este. Fue derivado del griego (a través del glagolítico, una fase intermedia), en el siglo IX y utilizado para traducir los textos cristianos a las lenguas eslavas.

Como todos los alfabetos de su familia, se escribe de izquierda a derecha.

En el ámbito mediterráneo, el cirílico se usa hoy para escribir el ruso, el ucraniano, el búlgaro y (entre los serbios) el serbocroata, todas ellas lenguas eslavas.

Posee mayúscula y minúscula pero las diferencias entre ambas son mínimas, aparte del propio tamaño de la letra.

Sin embargo existe una cursiva, cuyos signos se distinguen en algunos casos considerablemente de las de imprenta. Se utiliza habitualmente para escribir a mano, pero también en letreros o carteles, y alguna vez en otros textos impresos.

El conjunto básico consta de 30 grafemas, a los que todos los idiomas añaden algunos específicos.

Desde la desaparición de la Unión Soviética en los años 90, muchas lenguas caucásicas y las túrquicas de Asia Central están sustituyendo el alfabeto cirílico, introducido en el siglo XIX, por el latino.

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