Los griegos inventaron gran número de técnicas y máquinas. La mayoría eran de uso práctico y se utilizaban en la construcción, la carpintería, la navegación o la guerra.

Otros pensados para asombrar a los espectadores con su capacidad para moverse por sí mismos e imitar las acciones de un ser vivo: los autómatas.

Ya Homero habla en la Ilíada de los autómatas creados por Hefesto, el dios del fuego y la forja.

Herón nació en Alejandría en el siglo I d. C.; algunos manuscritos le dan el sobrenombre de mechanikós, término que se aplica a personas astutas, ingeniosas o hábiles para inventar o construir instrumentos para un fin concreto.

Matemático e ingeniero, como sus predecesores, Herón no fue un gran creador. Escribió tratados sobre instrumentos de carácter práctico, como el dedicado dedicados a la pneumática y la construcción de autómatas, en los que se describen numerosos mecanismos ideados por el propio Herón o perfeccionados a partir de modelos anteriores.

Muchos de ellos pretendían producir sorpresa y asombro en los espectadores, para lo que Herón ponía cuidado en dejar oculto el mecanismo. Herón era muy consciente de la importancia del efecto sorpresa.

Herón diseñó un método para que al abrirse la puerta de un templo sonara una trompeta, e incluso un sistema de apertura automática de las puertas de un templo cuando el sacerdote prendía fuego en un altar para realizar un sacrificio; cuando el fuego se apagaba, las puertas se cerraban.

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