Luis Felipe de Orleans (1773-1850) fue el último rey francés. Con el nombre de Luis Felipe I reinó con el título de "rey de los franceses" entre 1830 y 1848, llevando implícito con ello el título de copríncipe de Andorra.

Después de la Revolución Francesa, Francia se encontraba dividida entre nostálgicos republicanos, constitucionales y realistas. En este clima incierto, Luis Felipe de Orleans subía al trono. Para el país galo era un paso intermedio.

Se evitaba así volver a la situación revolucionaria, se mantenía la monarquía constitucional y, a la vez, se expulsaba a los Borbones, poco queridos por el pueblo. Pese a esto, su gobierno no tuvo éxito y dio paso a la II República. Nunca más ningún monarca reinó en Francia.

Contaba con el apoyo social de la burguesía y el beneficio de un ciclo económico expansivo. Sin embargo, poco a poco se apoyó en el partido de la resistencia monárquica.

En política exterior, comenzó por acercarse a Gran Bretaña, debido al temor que tenía que los insulares iniciasen algún tipo de conflicto.

Los últimos meses de su reinado se caracterizaron por la crisis general que azotaba el país. Era una crisis financiera, económica, política y moral, que se vio agudizada por la imprudencia del propio rey, quien no supo ver el peligro que corría su dinastía bajo la política ultraconservadora de Guizot.

El estallido de la Revolución de 1848 provocó que Luis Felipe abdicara en favor de su nieto, el conde de París, quien no llegó a reinar.

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