La acuarela se define como una pintura hecha con una mezcla de pigmentos finos y goma arábiga que, disuelta en agua, proporciona colores muy transparentes. Los soportes habitualmente usados en esta técnica que se caracteriza por su dificultad, brillantez y luminosidad pueden ser el pergamino, marfil y otros, fundamentalmente, el papel.

El primer uso conocido de la acuarela en Europa es por el pintor renacentista italiano Rafael Sanzio (1483-1520), quien pintaba en grandes cartulinas como bocetos de tapices. En Alemania, Alberto Durero pintó acuarelas en el siglo xv.

El gran desarrollo de la acuarela tendría lugar más tarde, en Inglaterra, a lo largo del siglo XVIII, en parte debido al esplendor imperial y a la aparición del romanticismo, con la secuela inevitable de representación de la naturaleza.

Entre otros puede destacarse a John R. Cozens, que pintó bellas acuarelas de los Alpes suizos y que junto a Paul Sandby, que contribuyó a liberarla de su excesiva dependencia del dibujo, fueron quienes más influyeron sobre los que estaban llamados a ser los dos grandes maestros indiscutibles de la acuarela en Inglaterra, Thomas Girtin y Joseph M. William Turner.

Este último la cultivó muy ampliamente, tanto en forma de bocetos para sus cuadros al óleo, como en sus notas de viaje, habiendo dejado una amplia colección que son expuestas por todo el mundo adelantándose en el tiempo a movimientos posteriores, especialmente de ámbito impresionista.

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