En dos años, Salvatore Schillaci pasó de jugar en la segunda división a ser el máximo goleador de una Copa del Mundo. Ese vertiginoso progreso en su carrera se debió a algo muy simple: su impresionante capacidad de definición.

En la Copa de Italia 1990, el hombre nacido en Sicilia anotó seis goles y se consagró como el máximo artillero.

Schillaci, ha aportado gol a una selección que practica un gran fútbol, pero que tiene enormes dificultades para reflejar su superioridad en el marcador.

Saltó del banco de suplentes cuando Italia dominaba y agobiaba a la selección de Austria, pero se veía impotente ante arco y en pocos minutos, Schillaci se hizo un sitio en el área enemiga y remató al gol un centro de Vialli.

Su gesta más trascendente fue clasificar a Italia para las semifinales, el seleccionado irlandés maniató a los anfitriones y de nuevo el instinto goleador de Schillaci salvó a Italia de un incierto destino.

El delantero ha logrado marcar en todas sus actuaciones, menos en el encuentro que Italia jugó ante Estados Unidos, esa vez fue la única que Schillaci no pudo convertir.

Tras la dura caída frente a Argentina en semifinales a pesar de su gol, Italia debió jugar el duelo por el tercer puesto frente a Inglaterra y Schillaci anotó su último gol, de tiro penal.

Fue el sexto de su cuenta personal en la Copa del Mundo, que lo consagró como el máximo goleador. Sí, aquel hombre que llegó en silencio se fue entre los gritos de toda Italia.

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