Agripina Menor, segunda mujer del emperador Claudio, encargó a Séneca, filósofo y escritor latino, la educación del entonces adolescente Nerón, para prepararlo para la sucesión.

Cuando, tras el asesinato de Claudio, Nerón accedió al trono, Séneca se convirtió en su consejero. Intentó transmitirle sin éxito el ideal de monarquía ilustrada, en el nuevo marco de una educación de impronta estoica. Al final, Séneca, acusado de participar en una conspiración contra el emperador, fue obligado a suicidarse.

Séneca (4-65) emprendió tempranamente la carrera política, se distinguió como abogado y fue nombrado cuestor. Su fama disgustó a Calígula, quien estuvo a punto de condenarlo en el 39.

Al subir Claudio al trono en el año 41, Séneca fue desterrado a Córcega, acusado de adulterio con una sobrina del emperador. Ocho años más tarde fue llamado de nuevo a Roma como preceptor del joven Nerón.

La filosofía era, para él, un asunto práctico, cuyo principal objetivo era el de encaminar a los hombres hacia la virtud, comunicándoles el conocimiento de la naturaleza del mundo y de su propio lugar en él para que ello los hiciera capaces de guiar sus vidas de acuerdo con la voluntad divina.

La lógica y la física proporcionan un fundamento a la ética pero no ocupan su lugar, sino que están subordinadas a ella como lo estaban ya en el antiguo estoicismo; a este último, Séneca aporta esfuerzo, que aplica a persuadir del deber de obrar y pensar rectamente.

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