Aristoteles y Alejandro Magno: dos personajes históricos cuyos nombres tienen un peso específico por separado, confluyeron en un tiempo especial y desempeñaron el papel que les hizo inmortales. Uno fue filósofo; el otro, un civilizador y conquistador de mundos que no se conocían. Sus vidas se encontraron y Alejandro fue discípulo de Aristóteles.

Filipo II de Macedonia, padre de Alejandro, destacó como uno de los grandes mecenas y precursores del arte y la cultura griegos; y quiso que su hijo y heredero tuviera una educación enmarcada en la tradición griega.

Corría el año 343 a.C. cuando Filipo II confió la educación de su vástago de trece años al filósofo más grande de la época: Aristóteles, que se haría cargo de su educación durante tres años.

Aristóteles tenía cierta relación con Macedonia. Su padre, Nicómaco, había sido médico en la corte de Amintas III, padre de Filipo y abuelo de Alejandro.

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