En la Antigua Grecia Dionisio era el dios del vino, el placer, la fiesta, la locura, la fertilidad, el teatro y la desmesura. Fue representado como un hombre mayor de gran barba o como un joven de pelo largo.

Era hijo de Zeus y la princesa de Tebas, Sémele, una mujer mortal. Hera, la esposa de Zeus, se vistió de anciana y engañó a Sémele durante su embarazo; hizo que Sémele dudara de la divinidad de Zeus y le pidió que se presentara ante ella en toda su gloria.

Zeus le rogó que no le pidiera eso, sin embargo se vio obligado a cumplir por juramento, razón por la cual Sémele fue carbonizada por el calor de los rayos del dios.

Zeus recuperó al feto del cuerpo de Sémele y lo introdujo en su propio muslo, donde llevó a cabo la gestación pendiente, hasta que Dionisio nació en el monte Pramnos de la isla Icaria. Su nacimiento de Zeus le confirió la inmortalidad.

En esta versión, Dioniso tuvo dos «madres» (Sémele y Zeus) antes de nacer, de donde procede el epíteto dimētōr (‘de dos madres’), relacionado con su doble nacimiento.

En otra versión, Dioniso era el hijo de Zeus y Perséfone, la reina del Inframundo. La celosa Hera intentó de nuevo matar al niño, enviando esta vez a los Titanes.

Zeus hizo huir a los Titanes con sus rayos, pero éstos ya se habían comido todo salvo el corazón, que fue salvado, según las fuentes, por Atenea, Rea o Deméter. Zeus usó el corazón para recrearlo en el vientre de Sémele, de donde de nuevo fue ‘el nacido dos veces’.

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