En la mitología griega, Caronte (literalmente brillo intenso) era el barquero de Hades, encargado de transportar las almas de los difuntos en su barca. Los difuntos debían llevar un óbolo para pagar su viaje al más allá, razón por la cual en la antigua Grecia los cadáveres se enterraban con una moneda bajo la lengua o sobre los ojos (se han encontrado vestigios de esta práctica en restos arqueológicos). Aquellos que no podían pagar tenían que vagar cien años por las riberas del Aqueronte, tiempo después del cual Caronte accedía a llevarlos sin cobrar.

Contamos con diversas fuentes para conocer esta figura mitológica. En el siglo I a. C., el poeta romano Virgilio describe a Caronte en el descenso de Eneas al inframundo, después de que Sibila de Cumas mandara al héroe la rama dorada que le permitiría volver al mundo de los vivos.

Quizás la representación más conocida de Caronte es la realizada por Miguel Ángel en el muro del altar mayor de la Capilla Sixtina, en su famoso Juicio Final (1537 – 1541) realizado por encargo de Paolo III.

Miguel Ángel interpreta el tema cristiano del Juicio Final como si de un tema de la Antigüedad clásica se tratara, con Cristo a modo de Apolo. Las figuras son de musculosas anatomías y cuentan con la característica terribilità miguelangelesca.

Caronte es una figura central de la composición, ya que transporta a los condenados y los arroja con violencia al infierno. En este caso aparece representado como un demonio.

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