El mítico Jardín de las Hespérides era propiedad de la diosa Hera (esposa de Zeus) y se situaba quizá en las montañas de Arcadia, la cadena de montañas Atlas o en alguna isla perdida. Su posesión más preciada era un árbol que daba manzanas de oro ( u otros frutos) que otorgaban la inmortalidad.

Este árbol fue un regalo de bodas de Gea (madre de Zeus) para Hera y se convirtió en un bien muy preciado para ella. Aunque algunas variantes de la leyenda lo describen como una arboleda plantada de las ramas de árboles frutales que formaban parte del regalo mencionado.

En un principio le confió el cuidado de todo el jardín a las Hespérides (ninfas hijas del titán Atlas, en número variable de acuerdo a distintos relatos) pero con el tiempo dejó de tener confianza plena en ellas dado que las jóvenes ocasionalmente tomaban las manzanas para sí mismas y envió como otra custodia al dragón Ladón, que tenía cien cabezas, enroscaba su cola en el tronco del árbol y no dormía jamás. Era una terrible bestia a la que hasta el mismo titán Atlas temía.

El Onceavo trabajo de Heracles consistió en robar algunas manzanas del jardín, para lo que engañó a Atlas matando con una flecha a Ladón y permitiendole tomar un breve respiro de su castigo al sostener el globo celeste hasta que éste último regresara con tres manzanas y con un ardid le regresó el peso de su carga nuevamente. Una vez entregadas a Euristeo éstas fueron restituidas por la diosa Atenea más tarde al jardín.

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