Una grapadora o engrapadora es un utensilio que se emplea para unir hojas de papel, plástico o láminas de madera colocando una grapa. El verbo «engrapar», por su parte, alude a unir, acoplar o aferrar con grapas (piezas metálicas que, cuando sus extremos se doblan, se clavan para sujetar dos o más elementos).

Los orígenes de la engrapadora se remontan al siglo XVIII. Con el correr de los años y la masificación del uso del papel, las engrapadoras fueron evolucionando y se volvieron más precisas y fáciles de usar.

Las engrapadoras más comunes son las engrapadoras manuales. Disponen de una base, una cubierta, un empujador y un cargador de grapas que se montan en un mismo eje. También existen las engrapadoras neumáticas y las engrapadoras eléctricas.

En cuanto a los diversos métodos de engrapado, el más empleado es el engrapado de sujeción permanente. Con este sistema, la grapa se clava y sus extremos se doblan hacia adentro, haciendo que la unión quede fija. Para extraer las grapas con cuidado, sin dañarse las uñas ni romper el papel, se debe utilizar un quitagrapas o sacagrapas (una pinza con muelle y bordes curvados).

También existen las grapadoras quirúrgicas, que se utilizan a menudo como sustitutos de las suturas. No se parecen a las grapadoras comunes, ya que se moldean en forma de una M. Al pulsar la grapadora en la piel y aplicar presión en el mango se doblan los ganchos a través de la piel, formando un rectángulo.

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