El poder espiritual de las cabezas reducidas se mantenía solo por un año y medio o dos. Luego perdían su valor, y los Shuar ya no tenían interés en conservarlas.

La comunidad indígena Shuar, en la cuenca amazónica de Ecuador y Perú, es una de las pocas que los españoles nunca pudieron doblegar cuando llegaron a América.

Sin embargo, no es tanto su fortaleza y espíritu guerrero lo que despierta la curiosidad popular -e incluso la de los investigadores- sino su peculiar tradición de achicar cabezas.

De hecho, aunque hay otras tribus en el mundo que les cortan la cabeza sus enemigos, los Shuar son los únicos que además le reducían su tamaño.

La tribu -a la que también se conoce con el nombre de Jíbaros, un término que originalmente se usó de forma despectiva- no ha desparecido, aunque hoy está en contacto con el mundo moderno.

No obstante, su práctica ritual -que requiere habilidad, precisión y paciencia- cayó en desuso después de que fuera prohibida en Perú en los años 50 y una década más tarde en Ecuador.

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