La piromanía se define como un trastorno del control de los impulsos, focalizado en una conducta muy concreta y repetitiva, por el que la persona siente un irrefrenable impulso a iniciar fuegos, ya sean estos pequeños o grandes incendios, sin la intención de dañar ni buscando un beneficio, y que se caracteriza por que cuando lo ha empezado siente una liberación de las tensiones que experimentaba, a la vez que un goce al observar cómo se va consumiendo lo que ha quemado.

Actualmente se sabe poco sobre la piromanía; ni siquiera existe una estadística real del número de personas que sufren este trastorno, aunque se sabe que afecta en mayor grado a los hombres, y que su origen es desconocido. Algunos autores apuntan a conflictos psicosexuales, mientras que otros indican que es la expresión inadecuada de una persona con escasos recursos sociales, con sentimientos de inferioridad social, física o sexual.

La conducta incendiaria suele manifestarse ya desde edades tempranas, y presentarse especialmente cuando la persona se enfrenta a alguna crisis personal, como medio de liberar tensiones. Por definición es una conducta repetitiva, lo que va a marcar un historial de actos incendiarios, que en algunos casos va aumentando en intensidad y extensión del incendio, por lo que se trata de un comportamiento crónico y autoalimentado, debido al goce que experimenta al quemar.

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