El legendario detective Sherlock Holmes, creado por el escritor Sir Arthur Conan Doyle en 1887, es un personaje que destaca por su inteligencia, su hábil uso de la observación y el razonamiento deductivo para resolver casos difíciles.

A pesar de que él mismo lo afirma («Elemental, mi querido Watson»), los poderes de deducción de Sherlock Holmes son cualquier cosa menos elementales.

Hacer una sola conexión puede ser fácil, pero hay una ciencia compleja para unir todos los puntos. Dos ciencias de hecho: medicina forense y criminología, y Sherlock Holmes podría considerarse un pionero de ambas.

La ciencia forense es el análisis de pruebas físicas para vincular a un sospechoso a un crimen. Sherlock Holmes no dudó en adoptar algunos de los métodos innovadores del campo, usando las huellas dactilares para resolver el caso en «El signo de los cuatro», publicado en 1890, más de una década antes de que Scotland Yard adoptara la práctica, en 1901.

El campo criminológico de perfilación criminal también tiene más que un poco de Sherlock. La herramienta de investigación, que trata de prevenir y resolver crímenes mediante la comprensión de lo que motiva a los delincuentes, ha sido influenciada en gran medida por el concepto más característico de Sherlock Holmes: el razonamiento deductivo.

Holmes tenía una notable variedad de habilidades para un solo hombre, en la investigación contemporánea ese trabajo está a cargo de varios especialistas distintos.

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