El sílex, también llamado pedernal, es un material heterogéneo, no es propiamente un mineral sino una roca. Está formado por una mezcla de minerales silíceos, como cuarzo en forma microcristalina, cuarzo en forma criptocristalina fibrosa (calcedonia), moganita y ópalo, en proporciones que dependen del yacimiento o incluso del punto concreto del que se ha extraído.

Se forma mediante un proceso de diagénesis. Presenta bordes traslúcidos y es compacto, caracterizándose por su dureza.

Los colores son variables, es posible encontrar piedras blancas, amarillentas, rojizas, rosas o incluso negras pero por lo general el aspecto es opaco.

Puede presentar dolomita, calcita y otras impurezas. En ocasiones incluso se hallan restos fósiles en su interior.

Gracias a su gran dureza, es utilizado por el ser humano desde épocas prehistóricas. De hecho, por su capacidad para producir chispas, se empleaba para encender fuego.

El hombre prehistórico también lo aprovechaba para fabricar herramientas y armas. Desde cuchillos hasta raspadores, pasando por hachas y puntas de flecha, este material permitió la creación de numerosos implementos.

Estuvo presente en los primeros encendedores y mecheros, en los fusiles de avancarga y los mosquetes que incluían el mecanismo conocido como llave de chispa.

Las labores más antiguas conocidas están situadas en Nazlet Safaha, Nazlet Kather y Beit Allam, en las terrazas de la ribera izquierda del Nilo, en la zona de Sohag, Egipto.

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