Los antieméticos son fármacos utilizados para impedir o controlar la emesis, la náusea, y la cinetosis (mareo por el movimiento, por ejemplo, al viajar).​

La evacuación forzada del contenido gástrico suele venir precedida de náuseas y arcadas. Esto es una respuesta fisiológica útil ante la ingestión de sustancias tóxicas, pero a veces es debido al efecto secundario de fármacos y tratamientos de quimioterapia antineoplásica. Aparece también en algunas enfermedades, infecciones, y al inicio del embarazo.

Son cuatro los centros naturales que activan esos síntomas: el principal de ellos es la zona gatillo quimiorreceptora, que se encuentra en el tronco encefálico; el sistema vestibular del oído interno, relacionado con la cinetosis; el tubo digestivo controlado por el nervio vago, donde se encuentran los músculos de la deglución; y los nervios viscerales controlados por la médula espinal, relacionados con la emesis por estrés, trastornos mentales o quimioterapia. Es habitual que los antieméticos se clasifiquen según los centros sobre los que ejercen su acción, siendo más común el encefálico.

Hay muchos medicamentos antiemeticos, por ejemplo: ondansetrón, frecuentemente recetado tras quimioterapia; aprepitant, utilizado también en postoperatorios; ciclizina, también útil contra la cinetosis; hidroxicina, que también sirve para tratar alergias; metoclopramida, que acelera el tránsito intestinal; o incluso el cannabis, que podría considerarse antiemético de segunda línea.

Más información: es.wikipedia.org