La obra arquitectónica más majestuosa de Ramsés II (1298-1232 a.C.), el templo de Abu Simbel, es una auténtica maravilla de la Antigüedad. Dedicado a los dioses Amón, Ptah, Ra y al propio faraón, se nos presenta con cuatro enormes estatuas del dinasta sentado, esculpidas en la roca y con una altura de 20 metros, un verdadero icono de la cultura egipcia. Un segundo templo, el templo menor, estaba consagrado a la diosa Hathor y a Nefertari, esposa de Ramsés II.

Abu Simbel es un emplazamiento ubicado en Nubia; está localizado en la ribera occidental del lago Nasser, a 231 km al suroeste de Asuán. Los templos forman parte del Museo al Aire Libre de Nubia y Asuán, declarado Patrimonio de la Humanidad en 1979.

Fue construido en el siglo XIII a.C. para mostrar la victoria en la batalla de Qadesh, antes incluso de acabar la guerra que terminaría con la firma del Tratado de Qadesh. Años después de su construcción, el templo fue gravemente dañado por un terremoto, en particular columnas y estatuas, incluyendo la parte superior de uno de los colosos de la fachada.

El edificio, abandonado siglos más tarde de la muerte de Ramsés II, fue redescubierto en 1813 por el historiador suizo Jacob Burckhardt.

Con la construcción del dique Sadd el-Alí, a 6.5 Km de Asuán, el conjunto habría quedado sumergido bajo las aguas, por lo que la UNESCO proyectó en 1968 su traslado y su reconstrucción en un nuevo emplazamiento, 65 m más arriba que el original. Se tardó cinco años en completarlo.

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