La ley Ingersoll firmada por el presidente Andrew Johnson en 1868 establecía una jornada de ocho horas para todos aquellos empleados de oficinas federales y trabajadores de obras públicas; pero no contemplaba a los obreros industriales con jornadas de más de once horas diarias.

La reivindicación que miles de obreros solicitaban el 1 de mayo de 1886 era: "ocho horas para trabajar, ocho horas para dormir y ocho horas para la casa", cuando iniciaron una huelga en todas las fábricas de Chicago para exigir a los empresarios una jornada laboral de ocho horas.

El 1 de mayo de 1886, unos 200.000 trabajadores se declararon en huelga. El 3 de mayo, los obreros celebraron una nueva manifestación y cuando sonó la sirena y los esquiroles salieron se inició una batalla campal que terminó con seis muertos.

El 4 de mayo, en la conocida como revuelta de Haymarket, en mitad de una de las manifestaciones un artefacto explosivo fue lanzado contra la policía. Con 38 obreros muertos y 115 heridos, los líderes fueron detenidos y ocho de ellos sometidos a un cuestionado proceso judicial.

El 11 de noviembre de 1887 ocho sindicalistas anarquistas ("los mártires de Haymarket"), que reivindicaban una jornada laboral de ocho horas, fueron procesados en un juicio que condenó a muerte a cinco trabajadores y a penas de cárcel a otros tres.

En 1889, el Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional declaró el 1 de mayo como el Día Internacional de los Trabajadores en su memoria.

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