Hace medio siglo, tanto rusos como estadounidenses comenzaron a enviar satélites y más satélites al espacio contando con eso de que es “infinito”, sin imaginar que algún día supondría un problema real.

Sí, el espacio es infinito, pero nuestra órbita no, y la órbita donde se ubican los satélites que están funcionando cada vez se ha visto más llena de tráfico espacial, en parte debido a basura espacial, por lo que hubo que idear soluciones.

Los satélites cuentan con una vida útil definida, y al finalizar ésta existen dos soluciones para evitar que estorben en la órbita operacional, o se conviertan en más basura espacial.

La primera es sencilla: devolverlos a la Tierra; los satélites más pequeños en órbitas bajas se desintegran por el calor de la fricción del aire y quema el satélite cuando cae hacia la Tierra.

La órbita cementerio, también conocida como el “Cementerio de satélites”, es una zona orbital que ha sido establecida como lugar de retiro para los satélites que finalicen su vida útil. Se ubica a unos 300 kilómetros por encima de donde se ubican todos los satélites que aún están en servicio.

Existen unos 100 satélites retirados en este cementerio, y desde 2002 se exige que todos los satélites puestos en órbita sean enviados a esta órbita cementerio luego de finalizada su vida operativa.

Hay tanta basura espacial que preocupa que una pequeña colisión podría desatar una reacción en cadena. Esta posibilidad se denomina "Kessler Effect."

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