Los opiliones son un orden dentro de la clase de los arácnidos, conocidos como segadores o arañas patonas. Comparten taxón con escorpiones, tarántulas y ácaros pero se diferencian de una araña típica. Se han descrito 6500 especies de opiliones.

Los opiliones no presentan un estrechamiento o cintura que separe su cefalotórax y el abdomen (prosoma y opistosoma).

Los opiliones muestran ocelos u ojos simples; órganos fotorreceptores que brindan un campo de visión muy reducido, por lo que usan sus patas como sensores, valiéndose del tacto para moverse.

No tejen telas, pues no tienen los apéndices conocidos como hileras, en las que se ubican las glándulas productoras de seda. Tampoco presentan glándulas venenosas, pero sí tienen un par de glándulas defensivas que segregan quinonas y quinoles. Con ello repelen los depredadores, lanzándoles un chorro o rociándose a sí mismas. Son inofensivos para los seres humanos.

Practican la autotomía en sus patas para distraer depredadores; se deshacen de una extremidad para poder escapar, no suelen crecerles de nuevo. Recurren al camuflaje o la tanatosis (hacerse el muerto) para defenderse. Miden entre 5 y 20 milímetros sin contar las patas, que suelen ser muy largas.

Las hembras son proporcionalmente inversas a los machos, pues suelen tener cuerpo grande y patas cortas, al contrario que éstos.

Estos arácnidos viven en regiones tropicales del sudeste asiático y de Sudamérica en hábitats oscuros como cuevas y troncos.

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