Estas manifestaciones siempre han tenido partidarios y detractores, tanto entre los sectores populares como entre la clase política e intelectual. Las fiestas de los toros han sufrido a lo largo de su existencia numerosos ataques de los gobernantes políticos, opositores e incluso la Iglesia por intentar eliminarla, fracasando todos.

Al observar un "espectáculo" en el que se usan toros o vaquillas podemos observar que el animal no demuestra su comportamiento habitual, está alterado, asustado, busque o no una vía de escape, no está tranquilo. En su cuerpo se están llevando a cabo una serie de procesos que le avisan de un potencial daño.

El toro utilizado para la lidia es una subespecie que ha sido seleccionada durante siglos para que muestre bravura durante las corridas, por esto es muy difícil diferenciar si su comportamiento es debido al dolor o al estrés.

Las conclusiones que se pueden extraer de algunos estudios es, en primer lugar, que el dolor que sufre el toro durante la lidia es un dolor de tipo somático, ya que los órganos afectados son la piel, músculos, articulaciones, ligamentos y huesos, también es un dolor de tipo agudo, porque pone en marcha al sistema nervioso nociceptivo.

La mayoría morirán sufriendo porque la desconexión progresiva de los órganos resulta en un dolor lento y profundo, por lo que, cómo muere un toro en la plaza, tampoco es placentero, mucho menos si muere debido a la multitud de heridas infringidas.

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