Se conoce como agravio a la palabra o acción que hiere, ofende o desprecia a alguien. Puede ser verbal, cuando se usa las palabras para menoscabar la dignidad, derechos o intereses económicos, o físico cuando se atenta contra la integridad física de la persona, a través de agresiones o actos irrespetuosos.

La palabra, como tal, procede del latín "aggraviare", vocablo integrado por el prefijo "ad" que significa "hacia" y por "gravare" que expresa "imponer una carga o peso".

Según la RAE, es ofensa a la fama o al honor de alguien y perjuicio que se hace a alguien en sus derechos e intereses.

Para el procedimiento civil y penal, es el daño, ofensa o perjuicio ocasionado por la sentencia del tribunal inferior que el recurrente expone ante el juez de la apelación, debiendo exponer los errores de hecho y de derecho que contiene dicha sentencia.

El agravio comparativo es cuando una persona recibe un trato diferente, humillante y ofensivo con respecto a otra que se encuentra en una situación de igualdad frente a una misma circunstancia, violando los principios de igualdad, justicia y equidad.

En el campo del derecho es muy frecuente recurrir al uso del agravio comparativo como una manera de conseguir que a una persona le sea retirada una sanción. Por ejemplo, a alguien al que se le ha puesto una multa por estacionar mal su vehículo, en el recurso que presente alegue que todos los coches en esa zona estaban también mal estacionados pero que solo a él se la multó.

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