Las ruinas de Palmira se encuentra situada en Siria, a 250 kilómetros de Damasco, en un antiguo oasis en mitad del desierto. Fue capital del efímero Imperio de Palmira bajo el reinado de la Reina Zenobia, en el siglo III d.C.

Esta ciudad que emergía en mitad del desierto. Fue fundada alrededor del 5000 a.C., su nombre significa “ciudad de los árboles del dátil”.

Alcanzó su esplendor en el siglo III d.C. cuando pasó a ser colonia romana, pero fue destruida por las guerras y cayó en el olvido hasta 1678, año en el que los nómadas del desierto comenzaron a utilizarla como establo para camellos.

De la antigüedad, se conservan el Templo del dios Bel, la gran columnata, el ágora y el Tetrapylon. El edificio principal de Palmira era el Templo del dios Bel, dios del sol, edificado en el año 32 d.C., y formado por un edificio cuadrado con ventanas y rodeado por un gran muro y una galería de columnas.

La Gran Columnata, de 1 200 metros, era la arteria principal de Palmira, que llegó a acoger a más de 20 000 habitantes. La calzada para carruajes se encontraba entre las columnas.

Junto a la larga fila de columnas se encontraban el Templo Nebo; el Templo funerario; el campamento de Diocleciano -anterior palacio de la reina Zenobia-; el teatro; el ágora y un hermoso templo, un poco más alejado.

Hasta antes de la Guerra, era el sitio arqueológico más visitado de Siria. Y fue nombrado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1980.

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