El Concilio Cadavérico se convocó y se desenterró al papa Formoso para juzgarle sentado en su silla papal de nuevo.

El papa Formoso lo fue entre el año 891 y el 896, año en el que murió, tras 8 décadas de vida. Su lugar lo ocupó el papa Bonifacio VI pero dos semanas después fallecía. Esteban VI fuera el tercer papa que hubo en aquel año 896.

Este último consiguió sentarse en la silla de Pedro gracias al apoyo de Lamberto de Spoleto, quien había sido expulsado de Roma por las intrigas de Formoso. Los Spoleto consiguieron entonces cobrarse su venganza al abrir un proceso contra el ya difundo Formoso.

Esteban VI ordenó exhumar a Formoso, tras 9 meses muerto y enterrado, y lo volvió a sentar en la silla papal para someterlo a juicio. En este juicio Formoso era papa, aunque muerto y en descomposición, por lo que se le vistió como tal. También se le sentó en la silla papal. El hedor era insoportable.

Formoso fue declarado culpable. Se anuló su elección como papa, ocurrida unos 6 años antes y todas las decisiones relevantes de su papado.

No mucho más tarde fue restituido su honor por un nuevo cambio de papa en Roma y sus restos volvieron a la que entonces era Basílica de San Pedro. En el 904, otro nuevo papa anuló las decisiones anteriores y Formoso fue de nuevo juzgado. Por supuesto, otra vez se le castigó como culpable y esta vez ese castigo fue arrojar sus restos al río Tíber.

Hoy los restos de Formoso están en el Vaticano.

Más información: www.curistoria.com