El juicio de Osiris era el acontecimiento más importante y trascendental para el difunto, dentro del conjunto de creencias de la mitología egipcia. En la Duat, el espíritu del fallecido era guiado por el dios Anubis ante el tribunal de Osiris, dios del mundo subterráneo y guardián del más allá.

Anubis, dios del embalsamiento, extraía mágicamente el corazón, que representa la conciencia y moralidad y lo depositaba sobre uno de los dos platillos de una balanza. El corazón era contrapesado con la pluma de Maat, símbolo de la Verdad y la Justicia Universal, situada en el otro platillo.

Mientras, un jurado compuesto por 42 dioses le formulaba preguntas acerca de su conducta pasada, y Tot, el dios de la sabiduría con cabeza de ibis, comprobaba que el corazón fuera más ligero que la pluma, que determinaba que en vida las acciones del difunto habían sido realizadas con amor. Solo si el alma superaba la prueba podía el difunto acceder a la eternidad.

De lo contrario, el terrible monstruo híbrido Ammit, con cabeza de cocodrilo y cuerpo de dos animales, león en la mitad anterior e hipopótamo en la posterior, devoraba el corazón del difunto, que moría para siempre.

Si el corazón pesaba igual que la pluma, el difunto era perdonado, se le consideraba "justo de voz", de alma pura, y podía disfrutar de la vida eterna en un paraíso: los campos de Lalu, un lugar parecido al país del Nilo, con árboles frutales, un río rico en pescado y campos siempre en flor.

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