La ley del Talión se conoce más popularmente por cómo fue expresada en La Biblia: “Ojo por ojo y diente por diente”. Esta ley aportó un principio de proporcionalidad entre el delito cometido y la pena impuesta por ello.

La palabra “Talión” proviene de la raíz latina talis-tale, que significa ‘semejante’ o ‘igual’. Propone que un mal acto debe ser contestado con otro mal acto de la misma estirpe.

En últimas, la ley del Talión se instauró para regular los sentimientos de venganza. Lo obvio siempre ha sido que alguien, siendo víctima de un delito o de un acto abusivo o contrario a la moral y la ley, reclame para sí la venganza. Sin embargo, esta podía ser despiadada, por lo que, era necesario fijar un límite y el Talión sirvió para ese propósito.

El principio de la ley parece dar lugar a ese sentido de justicia que toda sociedad requiere. Sin embargo, había delitos imposibles de compensar, como la traición, o si un hombre le reventaba un ojo a otro, se le reventaría un ojo también a él como castigo. Pero si lo hacía con un esclavo, la pena era pagarle la mitad del precio del esclavo al dueño de este. Así mismo, si un hombre ayudaba a escapar a un esclavo, recibía a cambio la pena de muerte.

Por regla general, las penas eran más duras para las mujeres y para los esclavos. Aunque la ley pregonara la igualdad, la propia sociedad en la que se aplicaba era inequitativa, por lo cual todo quedaba enmarcado en una contradicción irremediable.

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