Frans Hals (1582 o 1583-1666) fue un pintor neerlandés perteneciente a la escuela barroca holandesa. Es uno de los grandes maestros en el arte del retrato.

Plasmó con maestría la psicología del retratado y no dudó en experimentar pictóricamente, anunciando incluso el impresionismo. Sus pinturas no están "acabadas", sino que usaba manchas, gotas y áreas de color que simulaban los detalles.

Su vida está plagada de incógnitas. Las leyendas urbanas hablan de una vida libertina y un amor apasionado por el alcohol, pese al puritanismo protestante de la época, estimulado por la división de Flandes que pasó a ser propiedad de la muy católica corona española.

Eran legendarias sus deudas, que a menudo pagaba con retratos, pero llegó a ser tal su inestabilidad financiera que acabaría cobrando una pensión de la beneficencia. Existen documentos de procesos judiciales iniciados por facturas sin pagar de su panadero, zapatero y casero.

Era sin duda un hombre de taberna y aunque hubo tiempos en que la alta sociedad holandesa se interesó por sus retratos, quiso pintar con la misma dignidad y buen hacer a bufones, prostitutas, borrachos y demás gente que lo consideraban "uno de los suyos".

En eso, hay que enlazarlo con contemporáneos suyos como el otro gran moderno del barroco europeo, Diego Velázquez, tan interesado en lo culto como en lo popular.

Además de las citadas, "Las rectoras y los rectores del asilo de ancianos", "El alegre bebedor" son sus obras más destacadas.

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