Andrea Mantegna (1431-1506) fue un pintor del Quattrocento italiano. Fue uno de los grandes renovadores del arte occidental sobre todo en lo que respecta a perspectiva y escorzo.

Una vez establecido en solitario, sus primeras obras fueron encargos privados procedentes de la propia ciudad de Padua y de la no lejana Ferrara, donde se desplazaría puntualmente para cumplir con algunos encargos del mecenas Leonello d'Este.

A mediados de los años 1450, fue llamado a la corte de los Gonzaga en Mantua para sustituir a Pisanello como pintor de cámara, dedicando desde entonces la mayor parte de su vida al servicio de los diferentes mandatarios mantovanos que fueron sucediéndose: Ludovico, Federico y, sobre todo, Francesco.

Durante casi 50 años pudo vivir desahogadamente del arte, dedicándose a experimentar bastante. Un caso claro es su "Cristo en escorzo", que aún hoy sorprende por su audacia y brillantez técnica.

La figura humana clásica se convierte en una de sus obsesiones: cuerpos de perfectas proporciones, sólidos como estatuas pero de gran expresividad.

Con 75 años moriría lleno de deudas pues su estilo ya estaba demasiado anticuado como para tener clientes. La llegada de los nuevos artistas de Cinquecento apagó su fama, pero pese a todo aprendieron mucho de este maestro.

Obras destacadas: "Tránsito de la Virgen", "Epifanía o Adoración de los Reyes Magos", "Tránsito de la Virgen", "Camera Picta o Cámara de los esposos" y "Retrato de Carlo de Médicis".

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