Copahue es una pequeña villa, situada a 350 kilómetros al noroeste de la capital neuquina. Es como una olla rodeada de montañas cordilleranas a la que llamaron Copahue, una voz mapuche que significa "lugar del azufre".

Aquí el invierno es duro. La nieve apenas deja ver los techos de las casas.

Desde 1999 las nevadas chocan contra una pantalla radiante que derrite los copos, porque Copahue tiene calefacción en sus calles, una experiencia única en el país.

Esta obra que, a simple vista, parece un pavimento de hormigón frío y gris, pero debajo del asfalto corre vapor a 120 grados que mantiene la superficie de las calles a 10 o a 20 grados, aún en condiciones de mucho frío y de vientos que de a ratos soplan a 90 kilómetros por hora.

Las calles del pueblo se mantienen climatizadas con el vapor que proviene de tres pozos geotérmicos, los que llegan hasta los 1300 metros de profundidad.

El yacimiento es una fuente natural de calor que dispara el vapor y alimenta las 578 losas radiantes situadas a lo largo de 1700 metros de calles pavimentadas. Por debajo de un solado que parece virgen hay 45 mil metros de cañería de acero al carbono capaces de soportar esa temperatura que supera el punto de ebullición.

Por las calles de Copahue caminan 25.000 turistas al año. El pueblo tiene algo más de diez manzanas, sus lagunas naturales de aguas volcánicas son conocidas en todo el mundo por sus propiedad para combatir enfermedades de la piel y vías respiratorias.

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