En el capítulo 11 del evangelio de San Juan se encuentra uno de los milagros más conocidos de los realizados por Jesús, el de la resurrección de Lázaro. Al enterarse Jesús de que su amigo Lázaro había fallecido decidió esperar cuatro días antes de ir al lugar donde vivía. Al llegar saludó a las hermanas del difunto y le dijo a Marta: "Yo soy la resurrección y la vida". Despué se dirigió al lugar de la sepultura, que era una cueva con una piedra que tapaba la entrada. Cuando llegó lloró. Después mandó quitar la piedra. Rezó, y dijo: "¡Lázaro, sal fuera!" Y el que estaba muerto apareció de pie y envuelto en vendas.

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