Fernando VII había reinado durante dos meses en 1808, entre el motín de Aranjuez y su abdicación forzosa en Bayona, para permitir el nombramiento de José I. El 11 de diciembre de 1813 se firmó el Tratado de Valençay por el que Fernando VII recuperaba el trono español, esta vez para permanecer durante casi dos décadas.

En Valencia fueron a su encuentro 69 diputados conservadores, que le presentaron un documento, llamado Manifiesto de los Persas, en el que abogaban por el retorno al Antiguo Régimen y la suspensión de la Constitución liberal de 1812. Fernando VII no tardó en derogar "aquella Constitución y aquellos decretos nulos y de ningún valor ni efecto, ahora ni en tiempo alguno, como si no hubiera pasado jamás tales actos y se quitasen de en medio del tiempo".

Los primeros años del reinado se caracterizaron por la deriva absolutista y la supresión de todo vestigio liberal. El malestar por las esperanzas frustradas desembocó en el alzamiento liberal del general Riego y el subsiguiente Trienio liberal (1820-1823), al que pondría fin la intervención francesa de los Cien Mil hijos de San Luís.

Le siguieron diez años de restauración absolutista conocidos como la Ominosa Década, durante la cual se procedió a realizar la depuración de los protagonistas del levantamiento. Entre ellos se ajusticio públicamente en la plaza de la Cebada al teniente coronel Rafael de Riego, a quien se le recuerda por el himno que lleva su nombre y que fue el oficial de la Segunda República.

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