El 28 de enero de 1986 la NASA había planificado el lanzamiento del transbordador espacial Challenger desde su base de lanzamiento en Cabo Cañaveral. A los 73 segundos de su lanzamiento se produjo la tragedia. El cohete no explotó; se desintegró, literalmente.

Es el accidente más grave de la historia de la exploración espacial. El trágico accidente del transbordador espacial Challenger acababa con la vida de sus siete tripulantes (que contaban con edades comprendidas entre los 35 y los 46 años) en apenas 3 minutos.

El accidente produjo la paralización de los vuelos durante 32 meses y la formación de la Comisión Rogers, una comisión especial nombrada por el presidente de Estados Unidos Ronald Reagan.

La comisión determinó que la organización de la NASA y el sistema de toma de decisiones habían contribuido sustancialmente al accidente. Desde 1977, los directores de la NASA tenían conocimiento de que el diseño de los cohetes aceleradores sólidos del contratista (SRB) Morton Thiokol tenía un defecto potencialmente catastrófico en las juntas tóricas, pero no lo habían resuelto adecuadamente.

También ignoraron las advertencias de los ingenieros sobre los peligros en el lanzamiento provocados por las frías temperaturas de aquella mañana y no habían informado adecuadamente a sus superiores de estas preocupaciones.

La Comisión Rogers hizo nueve recomendaciones a la NASA que había que poner en práctica antes de continuar los vuelos de transbordadores.

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