El impacto de un torpedo alemán puso fin a la singladura del transatlántico "Lusitania" junto a las costas irlandesas. El hundimiento de este barco y la muerte de las más de mil personas que iban a bordo cambió el curso de la Primera Guerra Mundial.

El 7 de mayo de 1915. El submarino U-20, al mando del capitán Walther C. regresaba a su base tras haber consumido casi todo el combustible. Tan sólo le quedaba un torpedo en los tubos de lanzamiento.

Observando la superficie a través del periscopio, el marinero Walther Schwieger divisó un enorme barco que navegaba por estribor. En el cuaderno de bitácora se anotó lo siguiente: "Un cuatro chimeneas y dos mástiles. Parece ser un buque de pasajeros de grandes dimensiones".

La decisión de atacar el navío se retrasó diez minutos, y aprovechando la lenta velocidad del transatlántico, el U-20 se colocó frente al objetivo a una distancia de unos 700 metros. Entonces, el capitán ordenó disparar el único torpedo que le quedaba.

Las bodegas del gran transatlántico estaban repletas de munición cuya presencia explicaría las diversas explosiones que se sucedieron a causa del impacto del torpedo alemán y que acabaron hundiendo al Lusitania pese a que fue alcanzado por un solo impacto.

De los 1.960 pasajeros y tripulantes del Lusitania, sólo sobrevivieron 764. El total de víctimas fue de 1.197, murieron 785 pasajeros (entre ellos 291 mujeres y 94 niños, incluyendo 31 de los 35 bebés a bordo) y 412 tripulantes.

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