En la mitología griega Eresictón o Erisictón era un rey de Tesalia, una región de Grecia.

Eresictón despreciaba a los dioses y no les hacía sacrificios. Una vez que quiso construir un techo para su sala de banquetes no dudó en talar, ayudado por una veintena de gigantes, un árbol sagrado que formaba un santuario ancestral de la diosa Deméter construido por los pelasgos, el pueblo prehelénico que habitaba Tesalia antes de ser expulsados por el padre de Eresictón. Las dríades que habitaban estos árboles corrieron a solicitar auxilio de la diosa.

Deméter tomó la forma de su sacerdotisa Nicipe, y de esta guisa intentó de buenas maneras hacer desistir a Eresictón de continuar con el sacrilegio. Pero este, lejos de dejarse disuadir, amenazó a la diosa con matarla con la misma hacha que estaba utilizando.

Fue entonces cuando Deméter, víctima de una ira sin precedentes, ordenó a Némesis (la venganza) y a Limos (el hambre) que vengaran este ultraje. El terrible monstruo penetró en las entrañas de Eresictón de tal forma que desde entonces nada saciaría sus ganas de comer, y cuanto más engullera más crecería su hambre.

Cuando Eresictón vendió todas sus posesiones para comprar comida, su padre se encargó de alimentarle, pero fue tal su voracidad que en poco tiempo acabó con sus riquezas también, y Eresictón acabó convirtiéndose en un mendigo que comía inmundicias. Eresictón terminó comiéndose a sí mismo, poniendo fin así a su tormento.

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