Juana de Arco nació en 1412 en Francia. Tuvo una infancia normal, pero en 1424 comenzó a tener visiones misteriosas. Santa Catalina, San Miguel y Santa Margarita se aparecieron a Juana en sus visiones con diferentes mensajes. Le dijeron que iba a apoyar al rey Carlos VII y ayudar a su país a deshacerse de los ingleses.

Sin entrenamiento militar, Juana convenció al asediado príncipe heredero Carlos de Valois para que le permitiera dirigir un ejército francés hasta la sitiada ciudad de Orléans, donde logró una victoria trascendental sobre los ingleses y sus aliados franceses, los borgoñeses. Juana era venerada por los franceses, pero los ingleses la consideraban hereje. Luego del triunfo de Orleans, Juana fue capturada por los borgoñeses, quienes la intercambiaron con los ingleses por dinero.

Durante su encarcelamiento y su juicio, Juana permaneció en silencio, a pesar del interrogatorio continuo, lo que enfureció a sus captores, quienes rápidamente la sentenciaron a muerte. Fue quemada en la hoguera el 30 de mayo de 1431, a la edad de 19 años.

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