Si una planta representa el mundo mediterráneo, esta es, sin lugar a dudas, el olivo. En el pasado fue símbolo del honor y la cultura, hasta el punto de que se utilizó como premio para los campeones en los Juegos Olímpicos. Pero no solo esto, sino que su fruto, la aceituna, fue y sigue siendo el alimento paradigmático de la dieta mediterránea.

Las aceitunas de Kalamata se llaman así en honor a la ciudad del donde se produjeron por primera vez, ubicada en la región de Mesenia, en la península del Peloponeso. Desde allí, se expandió a otras regiones limítrofes, gracias a las excelentes condiciones climáticas de la zona.

Esta variedad de aceitunas se caracteriza por su forma ovalada, color púrpura oscuro y sabor intenso. El mejor momento para su cosecha, que se realiza a mano para evitar dañarla, es algo más tarde que la mayoría de las otras variedades. Este hecho, junto con el estilo griego de curado, que consiste en colocarlas sirve para minimizar su sabor amargo.

Hoy, estas aceitunas griegas ostentan el estatus de Denominación de Origen Protegida, y son una complemento perfecto, por su intenso sabor, para muchos platos, como ensaladas, pastas, pizzas y aderezos.

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