La historia sexual de la anguila había sido causa de perplejidad desde la Antigüedad. El acertijo había seducido hasta al gran filósofo, polímata y científico griego Aristóteles.

Buscó en vano los órganos reproductores y resolvió que "la anguila no es ni macho ni hembra y no puede engendrar nada".

Dado lo cual, concluyó el filósofo, era una de las pocas criaturas que no debían su existencia a la reproducción sexual sino a la generación espontánea. Así como las moscas emergían del estiércol, las anguilas "se generan espontáneamente en el lodo y en la tierra húmeda".

Otros escritores antiguos siguieron la línea de pensamiento de Aristóteles.

En "El banquete de los eruditos", de Ateneo de Náucratis, se nos dice que las anguilas se entrelazan y descargan una especie de fluido viscoso de sus cuerpos que se queda en el barro y genera criaturas vivientes.

El filósofo natural romano Plinio el Viejo (23-79 d.C.), por su parte, explicó que las anguilas se frotaban en las rocas y las partículas raspadas cobraban vida.

Hoy sabemos que el ciclo de vida de las anguilas consta de cinco etapas: larvas leptocéfalas, angulas, angulones, anguilas amarillas y anguilas plateadas.

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