Abu Simbel es sin dudas uno de los más famosos templos del Antiguo Egipto. Su construcción fue decidida por el genio de Ramses II, o Ramses El Grande, uno de los más importantes faraones de toda la historia de este imperio. Reinó entre el 1279 y el 1213 a.C.

Este templo, que demoró 20 años en construirse, tiene un imponente pórtico de entrada excavado en la roca de 35 metros de ancho por 30 metros de alto; en él destacan cuatro grandes colosos que tienen grabados detalles en sus piernas que representan al propio Ramses II, a la Reina Nefertari, a la Reina Madre Tuya y a varias princesas.

Este templo permaneció oculto por la arena hasta el año 1813 cuando J. L. Burckhardt descubrió el busto de uno de los colosos. En 1815, Giovanni Belzoni logró quitar gran cantidad de arena y descubrir la entrada al templo.

Cuando el gobierno egipcio decidió la construcción de la represa de Asuán, tuvo que resolver el destino del templo ya que las aguas del lago lo cubrirían por completo. Así, comenzó una obra de ingeniería que demoró 4 años (1964 a 1968) para desmontar todo el templo y trasladarlo a otro emplazamiento, a 200 metros del original y a 65 metros por encima de la altura original.

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