La arquitectura rococó es un estilo surgido en París y desarrollado entre los años 1730 y 1760, sobre todo en países del centro y sur de Europa. El ejemplo fotografiado es el del Palacio Solitude, en Stuttgart, Alemania.

Uno de los aspectos más llamativos de este estilo arquitectural, es el fuerte contraste entre exteriores e interiores. Las fachadas son sencillas, lisas, con pocos adornos más que las molduras que separan plantas o enmarcan puertas y ventanas. El edificio se suele rodear de un amplio espacio llano o un jardín de poca altura.

Por el contrario, los interiores, muy recargados, dan rienda suelta a la fantasía y al colorido. Se da importancia a la función, y a una distribución sencilla de cada estancia, pero siempre con un ornamentado mobiliario, estucos y espejos.

La ventana, nexo de unión entre ambos entornos, adquiere protagonismo. Aumenta su medida hasta convertirse en una puertaventana o «ventana francesa», renuncia a los clásicos ángulos rectos y adquiere formas arqueadas.

La forma predominante de las edificaciones rococó es la de un pabellón principal central, entre dos alas bajas y curvas. Algunos edificios podían estructurarse en varios pabellones encadenados, en contra del típico edificio "bloque", propio de la etapa anterior.

Por su misma naturaleza, la arquitectura rococó tuvo escaso reflejo en construcciones oficiales (salvo en la Baviera Alemana). Pero sí fue perfecto para las residencias de las clases nobles y la alta burguesía.

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