Las Cuatro Estaciones de Antonio Vivaldi (1678-1741) es una serie de cuatro conciertos para violín, cada uno dedicado a una estación, en el siguiente orden: La primavera, El verano, El otoño y El invierno. Fueron revolucionarios en la época en que fueron compuestos ‒alrededor de 1716 y 1717‒, por su innovador uso de instrumentos para evocar los sonidos de la naturaleza, y se convirtieron en una de sus más reconocidas y queridas composiciones de música clásica.

Vivaldi, que nació en Venecia, fue un verdadero virtuoso y el más conocido compositor barroco, ademàs fue un excepcional violinista y profesor. No todo el mundo sabe, sin embargo, que también fue un sacerdote católico romano que compuso la mayoría de sus obras principales durante un período de 30 años cuando trabajó en un orfanato de Venecia.

Vivaldi publicó los conciertos con unos poemas de acompañamiento (posiblemente escritos por el propio Vivaldi) que describían qué quería representar en relación a cada una de las estaciones. Proporciona uno de los ejemplos más tempranos y detallados de lo que después se llamaría música programática o descriptiva, música con un elemento narrativo. Vivaldi se esforzó en relacionar su música con los textos de los poemas, traduciendo los versos poéticos directamente en música.

Vivaldi divide cada concierto en tres movimientos, rápido-lento-rápido, y de la misma manera cada soneto se parte en tres secciones.

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