La tormenta de citocinas es una reacción defensiva del sistema inmunitario que es potencialmente mortal.

Inicia con la detección de patógenos presentes en el cuerpo, lo cual activa los antígenos para reconocerlos. El sistema inmunológico incrementa la producción de las citocinas (proteínas responsables de la comunicación intercelular) y responde con un ataque de linfocitos T (timodependientes que son 70% de los linfocitos y coordinan la respuesta inmune celular), linfocitos B (bursodependientes, 5-15% del total de linfocitos, dan origen a células plasmaticas que producen anticuerpos), linfocitos NK (natural killers, capaces de reconocer al patogeno sin ser matado por un antígeno) o macrófagos (del griego “gran comedor”. Se localizan en los tejidos y pueden ingerir y destruir bacterias, células dañadas y eritrocitos desgastados) al lugar de la infección.

Las células inmunitarias atacan al patógeno, pero si no pueden vencerlo mandan señales al cerebro de tal forma que responde con una producción excesiva de las células inmunitarias, creando una tormenta de citocinas que ataca no sólo al invasor, sino al cuerpo también, resultando en la muerte de la persona.

La tormenta de citocinas es común en la infección del virus AH1N1.

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