Se llama así al hoyo que se excava en la tierra o en la roca hasta dar con el agua contenida a presión entre las capas subterráneas, para que esta encuentre salida y suba de nivel de manera natural. Es frecuente que la fuerza hidráulica sea tal que el agua supere los bordes y llegue incluso a formar grandes manantiales.

El rendimiento de un pozo artesiano no depende de su tamaño sino del lugar donde se encuentre, lo que sigue siendo la clave de su construcción, en la que se siguen empleando cálculos y métodos tradicionales. Si el manto acuífero está entre dos lechos impermeables, la fuerza de recorrido del agua es obviamente mayor.

Su nombre surgió en Artois (llamada en castellano Artesia), Francia, donde en 1126 se perforó el más antiguo de Europa. Muchos siglos antes ya se excavaban en Siria y Egipto. En el desierto del Sahara se usaban para alimentar los oasis. En España, el más famoso es el conocido como la fuente de Cella, en Cella, provincia de Teruel.

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