Los olifantes eran instrumentos de viento tallados en un colmillo de elefante que utilizaban los caballeros durante la Edad Media haciéndolos sonar como señal de aviso.

Datado entre los siglos X d.C. y el siglo XI d.C. (período comprendido entre los años 900 d.C. y 1.100 d.C.), perteneciente al arte bizantino.

Fabricados en marfil de elefante, mediante la técnica de tallado, con una longitud de 52,5 centímetros, se solían complementar con aros de metal como la plata.

Los primeros ejemplares, procedentes de África, se encontraban en Sicilia y en el sur de Italia. También hubo una penetración importante a través de Bizancio.

El olifante ha sido utilizado en el cristianismo para llamar a los fieles a la ceremonia religiosa, pero también como relicario o como recipiente para contener los Santos Óleos. La alusión más conocida a este instrumento se encuentra en la "Chanson de Roland" (ca. 1065).

Es famoso el Olifante de Roldán, caballero franco muerto en la Batalla de Roncesvalles cuyo olifante es citado en el Cantar de Roldán. Este Cantar de gesta narra los hechos de la batalla de Roncesvalles.

Olifante de Gastón IV de Bearn también llamado Gastón IV el Cruzado, vizconde de Bearn, que lideró la conquista de Zaragoza para Alfonso I de Aragón.

Este olifante es de origen bizantino, elaborado con técnica árabe y tiene bajorrelieves con figuras de animales, humanas y figuras geométricas. Se conserva en el Museo Pilarista. Catedral del Salvador (La Seo). Zaragoza.

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