Un menhir (del gaélico Men = piedra hir = larga), es la forma más sencilla de monumento megalítico. Consiste en una piedra por lo general alargada, en bruto o mínimamente tallada, colocada de modo vertical y con su parte inferior enterrada en el suelo para evitar que caiga.

Se encuentran grandes monumentos megalíticos diseminados por buena parte de Europa occidental, pero los focos más importantes se encuentran en Bretaña, sur de Inglaterra e Irlanda, y sur de España y Portugal.

Se calcula que se levantaron entre finales del neolítico y la edad de bronce. Aunque se han hecho muchas conjeturas se cree que servía como construcción funeraria, ya que bajo ellos suelen encontrarse restos arqueológicos que apuntan a enterramientos. Hasta la fecha nadie ha sabido explicar cómo los hombres de aquella época eran capaces de mover piedras tan grandes sólo con la fuerza de sus brazos.

Parece que algunos pueblos asociaron las formas fálicas que tienen a la fertilidad.

En el sur de Francia algunos se usaron para varios rituales relacionados con la capacidad para tener descendencia. Algunos sospechan que nuestros antepasados los usaban como elementos de dominio del clima en el entorno.

Los más grandes conocidos son los de Kerloas, Champ-Dolent y el Grand Menhir Brisé, con más de 10 metros de altura.

Aunque originados por una cultura diferente y de un modo paralelo, también se encuentran antiquísimos "menhires" en ciertas zonas de Argentina (Reserva arqueológica Los Menhires).

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