Se cree que el ingenioso juego de palabras del albur mexicano nació en la época colonial como una juerga entre mineros de la zona de Pachuca, Hidalgo, Sin embargo, los mexicas, en su cuecuechcuícatl (canto travieso), hacían alusiones eróticas, en ocasiones encubiertas (un tipo de doble sentido).

También, generalmente se le asocia a una código entre entendidos de estratos sociales con pocos recursos económicos, sin embargo, este juego, trasciende barreras socioeconómicas y es común, sobre todo entre los hombres (aunque también muchas mujeres lo usan ya) de manera lúdica, entre el erotismo, la sutil intimidación y el ingenio.

Su popularidad ha ido en aumento en los últimos años, sobre todo desde que en 1958 se publicó el libro de Picardía Mexicana, de Armando Jiménez, donde este desglosa el lenguaje de las calles de la Ciudad de México, entre él, los albures.

Esta curiosa pelea verbal requiere de destreza mental. Un albur es un juego en el que se intercambian frases con contenido (no directo) sexual con el fin de que la otra persona no pueda responder; las expresiones deben evitar toda connotación grosera o peyorativa. Generalmente si la persona no responde a los pocos segundos, ha perdido.

Hoy incluso existe un Concurso Nacional del Albur y un diplomado dirigido por la oriunda del populoso y tradicional barrio de Tepito Lourdes Ruiz (Campeona Internacional del Albur).

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