Lo opuesto a "condensado" es "evaporado" o "disperso", dependiendo del contexto en que se utilice.

En términos físicos, el proceso de condensación se refiere al cambio de estado de una sustancia desde su forma gaseosa a su forma líquida, como ocurre cuando el vapor de agua en el aire se enfría y se convierte en gotas de agua, formando nubes o rocío. Por lo tanto, el proceso opuesto a la condensación es la evaporación, donde un líquido se convierte en vapor o gas. En este proceso, las moléculas del líquido ganan energía suficiente para superar las fuerzas de atracción que las mantienen unidas, permitiéndoles dispersarse en el aire como gas.

La evaporación es un fenómeno fundamental en el ciclo del agua en la naturaleza, donde el agua de los océanos, ríos y lagos se calienta por la energía del sol y se convierte en vapor. Este vapor asciende en la atmósfera, donde eventualmente se condensa para formar nubes, completando el ciclo hidrológico. A nivel molecular, mientras que la condensación implica la pérdida de energía térmica y la formación de enlaces entre moléculas, la evaporación requiere la absorción de energía, lo que provoca la separación de las moléculas.

En un sentido más abstracto o metafórico, "condensado" puede referirse a la concentración de ideas, información o material en una forma más compacta o densa. En este contexto, lo opuesto sería algo "expandido" o "difuso", donde el contenido o la materia se distribuye de manera más dispersa o extensa.

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