Mucho se habla en nuestros días de la adicción a los teléfonos (nomofobia) y de cómo muchas personas se han acostumbrado a su uso de tal manera que son incapaces de vivir sin ellos. Los teléfonos móviles nos acompañan a todos lados, y con los avances tecnológicos y la aparición de los smartphones, son como tener un pequeño ordenador en nuestro bolsillo. A pesar de que estos aparatos sean adictivos son realmente útiles.

Sin embargo, hay individuos que no disfrutan de los beneficios de tener un dispositivo móvil y sufren lo que se conoce como telefonofobia, es decir, miedo irracional hacia los teléfonos ya sea móvil o fijo.

Estas patologías, según el DSM (Manual Estadístico Diagnóstico de los Trastornos Mentales), pertenecen a los trastornos de ansiedad.

La telefonofobia es una fobia específica, y por tanto un temor irracional a ciertos objetos o situaciones. Algunos estímulos fóbicos específicos son las arañas, las inyecciones o las serpientes.

Como es habitual con otros miedos y fobias, existe un amplio espectro de gravedad del miedo a las conversaciones telefónicas y las correspondientes dificultades.

En 1993, se informó que alrededor de 2,5 millones de personas en Gran Bretaña tenían fobia al teléfono. Una encuesta realizada en 2019 entre trabajadores de oficina del Reino Unido descubrió que el 40% de los baby boomers, y el 70% de los millennials, experimentan pensamientos ansiosos cuando suena el teléfono.

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