La piloerección, popularmente conocida como tener la piel de gallina, es una reacción de nuestro organismo –en concreto del sistema nervioso simpático–, que consiste en que el vello se eriza y la piel adquiere un aspecto granulado –similar al que presenta la piel de las aves tras ser desplumadas, de ahí su nombre–, y que se produce a consecuencia de una bajada brusca de temperatura, pero también cuando experimentamos emociones intensas. El término médico para el efecto es «cutis anserina».

La formación de la piel de gallina en humanos se considera un reflejo vestigial que no cumple ninguna función fisiológica.​ Su función primitiva, aún presente en otros mamíferos, sería aumentar la cantidad de aire atrapado en el pelaje para hacerlo más aislante o aumentar el volumen del cuerpo como estrategia defensiva frente a depredadores.

Ocurre en muchos mamíferos además de los humanos. En los humanos, la piel de gallina es más fuerte en los antebrazos, pero también ocurre en las piernas, el cuello y otras áreas de la piel que tienen pelo. En algunas personas, incluso ocurren en la cara o en la cabeza.

La piloerección es también un síntoma clásico de algunas enfermedades, como la epilepsia del lóbulo temporal, algunos tumores cerebrales y la hiperreflexia autonómica. La piel de gallina también puede ser causada por la retirada de los opiáceos como la heroína. Una afección de la piel que imita la piel de gallina en apariencia es la queratosis pilaris.

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