La actividad lúdica favorece, en la infancia, la autoconfianza, la autonomía y la formación de la personalidad, convirtiéndose así en una de las actividades recreativas y educativas primordiales. El juego es una actividad que se utiliza para la diversión y el disfrute de los participantes, en muchas ocasiones, incluso como herramienta educativa. El mismo ayuda a conocer la realidad, permite al niño afirmarse, favorece el proceso socializador, cumple una función integradora y rehabilitadora, tiene reglas que los jugadores deben aceptar y se realiza en cualquier ambiente.

La ludomanía o ludopatía consiste en un trastorno en el que la persona se ve obligada, por una urgencia psicológicamente incontrolable, a jugar y apostar, de forma persistente y progresiva. De manera que aparecen los síntomas frecuentes de todas las adicciones, tales como: pérdida de relaciones sociales y de hábitos saludables, mentiras patológicas, distorsión de la realidad, pérdidas económicas y laborales, irritabilidad y ánimo deprimido, etc.

Existen una gran variedad de tratamientos para el juego patológico que incluyen el consejo, los grupos de autoayuda y la medicación psiquiátrica. Sin embargo, no se considera que ninguno de estos tratamientos sea el más eficaz. De hecho, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) no ha aprobado ninguna medicación para su tratamiento.

Se ha visto que la terapia cognitivo-conductual reduce los síntomas y las urgencias relacionadas con el juego.

Más información: es.wikipedia.org