La entelequia es un término filosófico definido por Aristóteles. Para él, el término «entelecheia» hace referencia a cierto estado o tipo de existencia en el que una cosa está trabajando activamente en sí misma, en oposición al concepto de potencialidad: la entelecheia es un trabajo activo hacia la consecución de un fin, intrínseco a la misma cosa. Pero es también ese fin, ese estado en que la entidad ha realizado todas sus potencialidades, y por tanto, ha alcanzado la perfección.

Por ejemplo, el árbol es entelequia de la semilla, el objeto hacia el que la semilla tiende sin influencias externas de otros entes con el objetivo de realizar todas sus potencialidades. Y al mismo tiempo, la entelequia es lo que impulsa a la semilla a crecer y convertirse en un árbol.

En algunos sistemas filosóficos, puede denotar una fuerza que tiende a la propia realización de las cosas y no al estado final perseguido, como también decía Aristóteles. Este concepto ocupa una posición central en la metafísica de Leibniz, y está íntimamente relacionado con su monadología.

Hegel también se refiere al concepto de entelequia en su obra «Fenomenología del espíritu».

Fuera del ámbito filosófico, entelequia se usa en español con el sentido de «cosa irreal».

El término tiene su origen en la palabra griega 'entelékheia', combinación de 'enteles' («completo»), 'telos' («fin», «propósito») y 'echein' («tener»). Siendo posible traducirla como «tener el fin en sí misma».

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